Entre el 1 y 2 de abril se celebraron dos pruebas de senderismo y/o ultrafondo en tierras extremeñas, las LXVII y XXX Millas Romanas. Leonardo Toro, socio de AEMA, participó en la prueba de las XXX Millas Romanas (alrededor de 44 kilómetros) en su mayoría con marcha atlética. Toro nos relata con gran detalle esta experiencia tan singular y también se adjuntan enlaces de resultados y fotos.
LXVII y XXX Millas Romanas de Mérida
Las previsiones de tiempo hacían pronosticar que tendríamos buen tiempo y un poquito de nubes, una vez mas el dios de la lluvia se apiado de nosotros, pobres mortales.
La noche del día 1 de abril, no podía dormir, algo en mi interior me decía que mientras yo descansaba había otros que estaban luchando con la noche, con el cansancio y con sus fantasmas.
Ya de día quedé con mis compañeros, profanos en el mundillo de la marcha caminata.
Sobre las 8.45h quedamos en Badajoz , en media hora nos pusimos en Mérida y en poco más de 10 minutos en la Plaza de España de Mérida, donde el ambiente era buenísimo.
Nos pusimos en la cola para recoger acreditaciones y dorsales, cuando de repente indican por las altavoces que llegaba el primer participante de las LXVII Millas Romanas o casi 100 kilómetros, recordamos que la milla romana medía 1480 metros.
Increíble, en poco mas de 12 horas ya estaban llegando los primeros a la meta a recoger su recompensa, un trocito de una reproducción de un millario romano, nosotros nos quedamos maravillados.
Sobre las 10 empezó la prueba mini, 44 KM, cronos a cero y a andar.
Nos sacó del pueblo un amable ciclista organizador de la prueba, todos íbamos en grupo y sobre el kilómetro dos empezamos todos a volar.
Mi compañero Montes y yo nos fuimos para adelante con la media que habíamos entrenado, 6 KM por hora. El otro compañero se quedo rezagado aquejado de falta de ritmo.
Y por fin después de 13 kilómetros llegamos al primer avituallamiento y acreditación del sello; impresionante había de todo, bebidas isotónicas, Cacaolats, agua, pastelitos e incluso sandwiches.
Estando allí llegó nuestro amigo Carmelo muy muy tocado. se sentó un poco a descansar y nosotros nos fuimos, él parecía bien, solo necesitaba un poco de descanso.
Antes de llegar a la primera parada nos empezamos a encontrar a los primeros andantes de los 100, sabíamos que eran ellos porque su caminar era más cansino y por la cara que ponían cuando los adelantábamos sin piedad.
Nos pusimos en marcha hacia el segundo avituallamiento que era el pueblo de San Pedro de Mérida, a 26 KM del comienzo, nos habían hablado de lo maravilloso de su avituallamiento y así fue, de todo.
Nosotros llevábamos de todo también, nos paramos a tomar unas cervecitas (mahou clasica,muhhhhhhhhhhhhhhh) y estando alli aproveché para llamar a mi compañero Carmelo, parecía que estaba un poco mejor.
Nos pusimos a comer tranquilamente cuando de repente apareció como de la nada Carmelo con una fuerza endiablada, se había recuperado del todo. Nos habló de unas gentes maravillosas que había conocido por el camino y con los cuales acompañó y se acompañaron mutuamente hasta que Carmelo decidió volar en busca de nosotros sus compañeros del turno d. Venia comido y contagiándonos prisas por seguir y allí que nos fuimos a por el siguiente avituallamiento en Trujillanos. Éste era el peor camino de todos o el mejor según se mire, eran 8 kilómetros de asfalto.
Llegamos a Trujillanos donde comimos y descansamos lo gusto para hacernos unas fotitos, allí nos encontramos a Teo, Rubén y tres chico formidables que estaban haciendo los 100 KM, uno de ellos iba hecho polvo y los otros los le alentaban, pero aun les quedaban fuerzas para bromear .
Salimos ya en dirección a nuestro objetivo, la Plaza de España en Mérida, cuando a nuestra marcha se sumó otro chico que estaba solo y sufriendo un poco. Yo iba bien Carmelo mejor (¿qué se habría tomado? comentábamos Montes y yo. jejejee) pero el que iba peor era mi compañero Montes el mayor de nosotros con casi 51 años, las ampollas en los pies se lo comían y él nos increpaba para que nos adelantáramos, pero yo no quería dejarlo solo, podíamos llegar juntos igual que empezamos y así fue, llegamos juntos y juntos vencimos 7horas y 32 minutos aunque en nuestros diplomas pone 7h y 40 minutos por eso de que no es competitiva.
Nada mas llegar nos hicimos la foto conmemorativa de la prueba y a tomar esa cervecita, la mejor que yo tomaba en mucho tiempo.
Bueno y esta es la aventura del turno D de los bomberos de Almendralejo, que una mañana decidieron marcharse de casa por unas 8 horas.
Leonardo Toro