He llegado ¡Por fin he llegado!
Los 7 últimos kilómetros se hicieron muy duros por el calor tan fuerte e inesperado a finales de septiembre en Berlín del 2009
Era tanto el calor, que cada cinco kilómetros había un camión de bomberos dispersando una lluvia generosa para que nos ducháramos. En cuanto a los vasos de agua, al té o a los isotónicos que iban distribuyéndote, nada de beberlos precipitadamente. Había que cogerlos de 2 en 2, parando, con la conciencia clara de que si no los bebías hasta el final te ibas a deshidratar.
Esto hizo sin duda que apretáramos menos de lo que hubiéramos querido o debido.
En mi caso, fui al 80%, salvo los 2 últimos kilómetros que hice rapidísimo después de engullir un plátano.
Y es que en ese tramo, por fin guardé la cámara. Me olvidé de grabar nada ni a nadie. (Cosa que había estado haciendo durante todo el recorrido por eso de tener recuerdos de la familia de marchadores de todos los países y de la ciudad).
En esos 2 últimos kilómetros fui zumbando.
Me piqué porque el público después de tantas horas de pie animando, estaba enloquecido. Un público en trance, incluidos algunos corredores que ya habían llegado animando a los que nos dirigíamos a la meta. Algo inaudito por nuestras tierras. Una lluvia de matracas, de bandas de música, de gritos con tu nombre.
“Sandra, Sandra good!“, “Sandra, well done”!
Y tú pensabas: “¿Pero esto qué es, de qué va“? “¿Cómo saben mi nombre?”
Entonces te acordabas que llevabas el dorsal WF8 naranja (el color para los marchadores) en el que se leía perfectamente cómo te llamabas. Y entonces, por muy mediocre que fueras, como el público hacía la ola a los primeros marchadores que llegábamos, sentías que tenías que estar a la altura de tanto alabo inmerecido, aunque sólo fueran 15 minutos.
Hice 5:45. Un tiempo generoso, por calificarlo de alguna manera.
Mi única suerte fue que yo pude pagarme ese viaje. Pensaba con algo de mala conciencia, en lo buenos que son algunos marchadores de mi asociación de AEMA que no estaban ahí, cuando en realidad esos aplausos se lo merecían ellos. Y pensaba también en los tiempos magníficos que ellos hubieran hecho en ese maratón. Un circuito para hacer un marcón: prácticamente plano y muy variado: Una visita exhaustiva de Berlín.
. Pasamos por calles impersonales anchas y simétricas con edificios modernos. Desfilamos por calles luminosas con edificios antiguos, museos y galerías. Pasamos por el barrio turco más angosto con sus olores y sus coloridos peculiares. Recorrimos el barrio hippy intelectual con sus graffiti y sus gentes de los sesenta. Anduvimos calles estrechas, curvadas, con iglesias escondidas en bosquecillos, oyendo como retintineaban las campanas. Nos alegró adentrarnos por ese barrio tan típico de casas de madera alineadas, todas iguales, pequeñas, pintadas de verde como las hojas y de amarillo pálido. Pasamos bajo vías férreas y puentes con farolas donde los niños te tendían la mano para darte la palmada y trasmitirte fuerza. Nos interpelaban las bandas de folk o de samba, las bailadoras estilo bogó, el espectáculo de capoeira y hasta algunos exhibicionistas con atuendos estrambóticos. Todo esto te hacía olvidar las montañas de vasos vacíos que se acumulaban debajo de tus pies tal copos de nieve, por mucho que se apresuraran en barrerlos innumerables voluntarios. Los vasos de los participantes en el maratón de Berlín 2009: 43000, de los cuales 130 marchadores.
Luego, ibas pasando no sin algo de satisfacción a todos aquellos corredores que habían salido demasiado rápido, habían pinchado o a aquellos otros que no estaban suficientemente preparados. Y es que al maratón hay que tenerle respeto porque 42 Km. y pico no son para improvisar aunque sea marchando. Lo principal era apretar en el último tramo, ir con el mejor estilo que aprendí de vosotros, observando cómo lo hacíais en las pruebas en las que estuve de espectadora. En el kilómetro 30 me sentía bien, no iba cansada. Hubiera podido ir mucho más veloz, pero me frenaba ver a tantos corredores tocados que iban mucho más despacio que yo. Observaba los puestos de masajistas abarrotados y las ambulancias prestando servicio. Y llegó el muro para muchos, esos 7 últimos kilómetros, en que sólo deseas llegar sin importarte otra cosa que llegar a meta.
Era el tramo más bonito del recorrido pero sólo guardo memoria de la avenida, de la famosa Puerta de Brandeburgo por los que me enteré posteriormente, habían pasado
En poco más de 2 horas corriendo de forma supersónica Gebreselassie y Atsede Habtamu Besuye .
Y en la que los dos primeros marchadores fueron Drews, Cornelio (GER) con 5h10’33” y Nadalipour, Ghassem (IRI) con 4ho4’12”.
Obviamente, con el tiempo que hice yo, no noté cansancio, agujetas ni dolor. Esta mañana, he estado entrenando por si se me olvidara cómo marchar.
Ir a Berlín ha sido toda una experiencia.
Valió la pena por el maratón pero también porque pude recorrer en bici otra parte de la ciudad , visitar el extraordinario museo de los Surrealistas y presenciar el mini maratón para niños y patinadores, emocionantes ambos. Fue un día antes del maratón de Berlín para corredores y marchadores. Un día de verano a pesar de estar a finales de septiembre 2009 en Berlín.